No hay día en el que no haya
un toquecito o un tocazo
de espanto.
Todo día tiene su touch de infierno,
de taquicardia,
de angustia,
de sobresalto...
¿Alguna vez transcurrirán
veinticuatro horas enteras
de plácida calma?
Jamás me podré controlar yo
y jamás podré controlar todo
como para que un día sea normal,
común,
simple,
llano...
Los pensamientos
y los sentimientos negativos
se me introducen.
Mis acciones se rebelan
contra lo que me propongo
y llega el caos,
el descontrol,
el hartazgo,
el hastío...
Hoy es un día de septiembre.
Había planeado infinidad de cosas,
actitudes y acciones que,
por supuesto,
de más está decir,
obvio,
no pude llevar a cabo.
domingo, 2 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
me encantaria que uses ese poema o cualquier otro que encuentres en la etiqueta "poemas" y si pudieras referrir a mi blog aun mejor!
emilia y yo es un libro inedito mio
yo soy leonor silvestri
Tu lo has dicho: falta menos.
No desesperes; si te resulta confortable, hay muchos/AS en tu condición.
avisame
gracias
Lindo poema,
la calma no dura jamas veinticuatro horas,
salvo que te la pases durmiendo.
Saludos desde el infierno.
Je je
Guillermina, no tengo blog, empatía. Igual leo el tuyo y me sigue gustando. saludos.
gracias, hector.
Publicar un comentario