sábado, 22 de septiembre de 2007

Me excede.

Puedo aceptar y aguantar no tener sexo,
no ser ya atractiva para vos
ni para los hombres en general,
-si hasta yo me doy asco-.

Puedo aceptar y aguantar
el no haber sido privilegiada,
como el resto de casi todos los mortales,
con una vocación o habilidad.

Puedo aguantar y aceptar
el estar siempre al servicio,
cocinar y cocinar,
servir y servir,
ordenar y ordenar,
estar encerrada
en el trabajo o en casa
días y días y días,
y ser despreciada
por quienes me tendrían que valorar.

Pero no puedo aguantar
-y me excede-
la tensión familiar,
la humillación pública,
el tener que blanquear
que ya no tengo toda la libertad
de visitarlos o recibirlos.

Perdónenme hermanos, madre,
sobrinos, cuñadas...
pero debo elegir y no los elijo
no por no amarlos,
sino porque caí en una trampa
y no tengo el valor de enfrentar
y confrontar para poder salir de ella.